Las redes sociales suelen ser un mundo raro, inhóspito, insospechado, agreste y casi salvaje. Un tendedero de pasiones, un catalogo de egos y yoismos, un sistema desordenado y tal vez caótico, de conocimientos y saberes.
De alguna manera, las redes sociales han sido y serán una expresión de democracia, donde el libre albedrío y la plena libertad, pacen y pastan, donde la opinión parece no tener dueños ni limites. Cada quien dice lo que le parece, cada quien cree lo que le interesa, cada quien interpreta como mejor le convenga, cada quien calla lo que a bien tenga.
Las redes sociales son un tendedero de pasiones, un catalogo de egos y yoismos, un sistema desordenado y tal vez caótico, de conocimientos y saberes.
Un mundo lleno de tendencias, de influencers, de robots y de devotos, de hordas de fanáticos y de juiciosos constructores de sentido. Su poder es relativo porque de alguna manera marcan las tendencias, pero no necesariamente las determina, porque de alguna manera escribe las agendas noticiosas, tan fuertes como efímeras, porque si algo dura poco,además de los orgasmos, es una opinión en las redes sociales.
Como sea, de la opinión individual se pasó a la opinión corporativa y cada día son más y más las empresas, las marcas y las corporaciones que se lanzan a navegar en el embravecido mar del decir digitalmente. En un plano general, cuando hablamos de comunicación, estamos hablando en forma implícita de lo social, del poner en común, de construir sentido a través del intercambio de formas de ver la vida para construir una red laberíntica de múltiples sentidos. Y eso,nos los posibilitan, y de qué forma, las redes sociales
los blogs ,las aplicaciones móviles, las páginas web, que, sin embargo no son la comunicación misma, sino el instrumento que la posibilita.
De la opinión individual se pasó a la opinión corporativa porque las empresas piensan, sienten y dicen.
Sin embargo, las empresas no parecen darse cuenta de la importancia capital que tienen las redes en la construcción de su reputación y su prestigio y por eso muchas veces su manejo termina en manos de inexpertos, de ineptos, de torpes, de bisoños o en el peor de los casos, de fanáticos con poca perspectiva. No son pocos los casos en los que un tuit mal redactado, un post hecho a destiempo, un blog sin sentido, ponen en riesgo una marca empresarial.
Suele pasar también que la estrategia digital poco y nada tiene que ver con la estrategia general y en el peor de los casos con lo que es o quieren ser, las organizaciones. Por eso no se puede perder de vista que:
- Un Community Manager no es un ponetuits o un posteador profesional. Es un vocero que debe comunicar lo que la empresa dice.
- A un CM debe caberle la organización en la cabeza y para quien sus opiniones personales hacen parte de su libre albedrío pero para quien las redes sociales corporativas son un campo sagrado al que se entra semidesnudo.
- Un influencer suele ser de esas mentiras que de tanto repetirse terminan convertidos en verdad. ¿Representan la marca? ¿La reflejan? ¿Expresan sus valores?
- La estrategia digital no tiene vida propia sino que hace parte de un concepto global de la comunicación corporativa de cada empresa.
- Una buena estrategia de contenidos debe contener información sobre el público al que va dirigida , el calendario, qué temáticas se van a tratar, con qué tono, en qué formato y a través de qué canales.
- La estrategia digital debe tener unos objetivos claramente definidos, unos indicadores de logros, unos modos y unas formas establecidos.
El universo digital entonces, tiene un elemento fundamental en la comunicación corporativa: coherencia y tal vez por eso es que vivimos en un mundo completamente raro.
Instagram: mailievano
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