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  • Foto del escritorMauricio Liévano Quimbay

La provocación

Actualizado: 21 mar 2019


Suelo ser muy crítico de la forma como se desarrolla el ejercicio profesional de la comunicación en todos los campos. Sin embargo, con el tiempo he terminado por comprender que ese reproche tiene mucho de escupir para arriba, porque con veinte años de experiencia docente, algo me tocará.




Recientemente tuve la enorme felicidad de volver a la universidad donde me formé, me deformé, me atiborré de mañas y de amigos y donde aprendí cosas que tal vez hice consciente muchos años después en el ejercicio profesional.


¿Qué papel juega la universidad en la construcción de un nuevo país?

Más allá de la alegría, me llené de angustia al pensar el papel que está jugando la universidad en general, en la formación de una sociedad distinta, acorde con las necesidades que nos corren. La pregunta siempre ha sido:¿qué tipo de profesional deben formar las universidades: el que pide el mercado o el que el país requiere?


Creo firmemente en el poder de la academia, su influencia, su autoridad, pero también creo en su fuerza castradora cuando se convierte en un amplificador del statu quo, que se rige por las leyes del mercado y no cumple con su función fundamental de repensar la sociedad y sobre todo, de ponerla en duda. Y es en este punto donde tal vez se debería centrar la discusión.


La universidad está más preocupada por formar divas y deidades

Cualquiera pensaría que no son ideas divergentes, pero por lo menos en nuestro país, sí. Los medios, los comunicadores y en general la comunicación, van por un lado mientras el país va por el otro. La propiedad, el poder, la política rodean, y de qué manera, nuestra profesión y la universidad parece no haberse dado cuenta porque el espíritu crítico, que debería rodear la formación no existe y cuando existe no tiene la fuerza suficiente para que los estudiantes se inoculen de ella y permeen las paredes de los claustros. Estamos más preocupados por la formación de divas y deidades de pantalla que de comunicadores críticos, creativos, puntillosos, ingeniosos, agudos y profundos.


La nuestra, como cualquier profesión se rige por las leyes del mercado. Recientemente hubo despidos masivos en El Tiempo, cerraron Televisa y los recortes son pan de cada día. Con el cuento de las redacciones multimedia, día a día se cierran las fuentes del trabajo. Ese es un hecho incontrastable. Sin embargo, esa circunstancia, debería ser, el punto de partida para reestructurar lo que enseñamos pero también para que los estudiantes repiensen sus prioridades frente a lo que esperan recibir.


Tal vez ha llegado el momento de pensar más en los conceptos que en los instrumentos y en las ideas más que en las ocurrencias...


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