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  • Foto del escritorMauricio Liévano Quimbay

Omelette de muchos huevos

Actualizado: 13 dic 2018


Innovación es una de esas palabras sexys, atractivas, sensuales, casi, casi eróticas. Sin embargo, como en todas esas palabras, una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Es de esas palabras que no se puede sustentar únicamente en el discurso o en la pose, porque la realidad y las acciones desnudan a los que intentan vender humo y olor a pasto mojado.




Innovación es un cambio que supone una novedad. Esta palabra procede del latín innovatĭo, -ōnis que a su vez se deriva del término innovo, -are ('hacer nuevo", "renovar"), que se forma con in- ("hacia dentro") y novus ("nuevo"). Algunos términos que tienen un significado similar son: "reforma", "renovación" y "cambio novedoso".


El cambio empujado suele ser traumático y dificultoso y el cambio cuando todo parece estar bien, puede ser una apuesta arriesgada

¿Cuándo cambiar, cuándo innovar? ¿ Cuando estamos al borde del peligro o en camino hacia el abismo o cuando estamos en la cima, saboreando eso que algunos llaman éxito? Pregunta difícil porque el cambio empujado suele ser traumático y dificultoso y el cambio cuando todo parece estar bien puede ser una apuesta arriesgada.¿ Por qué cambiar? Pregunta más difícil aún, aunque las razones pueden ser variopintas: porque el mundo ha cambiado, porque las empresas han cambiado, porque las personas han cambiado, porque la costumbre es una soga y la rutina un veneno que adormece.


Innovar no es una tarea en si misma. En el fondo es una manera de entender el mundo. Creer y saber que la vida es un proceso inacabado, susceptible siempre de mejorar, de entender y deducir que siempre hay otra manera de hacer las cosas. Por eso requiere dosis enormes de humildad, que suele ser la cuota inicial de las grandes cosas, pero también de orden, de férrea voluntad, de decidido aprendizaje y de constante comunicación de doble vía. Por eso requiere un objetivo, un motivo para cambiar para renovar. Innovar por innovar no tiene el menor sentido.


La humildad suele ser la cuota inicial de las cosas grandes...

Sin embargo, un motivo no suele ser suficiente. Se necesita un plan que nos permita visualizar el camino y la meta, una estrategia que nos ofrezca múltiples caminos, un sistema indicador con el que podamos medir los avances, una claridad conceptual, tan despreciada en muchos ámbitos, pero que nos permite el sustento estructural y filosófico del proceso .


Y es que un invento no es en sí mismo una innovación,porque requiere de la interacción con los demás, tocar a los otros y a sus vidas, requisito indispensable para pasar de la idea a lo real. Tampoco, necesariamente tiene que ver con la tecnología o lo digital, ya que muchas veces basta con volver a lo simple para convertirse en una acción poderosamente innovadora.


Toda innovación comienza con una pregunta, que en sí misma ya es un acto innovador, no suficiente, no completo, no total, pero innovador al fin y al cabo. El que no pregunta o indaga, no innova, no cambia y muere en el marasmo que trae la tranquilidad de creer que el mundo sigue igual y por eso hay que decir y tener claro, que la innovación es una omelette para la que se necesitan muchos huevos.

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