Según la RAE, el verbo preguntar viene del latín percontari que significa, “Interrogar o hacer preguntas a alguien para que diga y responda lo que sabe sobre un asunto”. Cuestionar es averiguar , indagar, investigar, buscar, curiosear, ahondar, escarbar. En una sociedad como la nuestra, tan proclive a los juicios y los prejuicios, a las posiciones únicas e irrebatibles, a las manías y a las obsesiones, a las cegueras y las terquedades, a los caprichos, preguntar no deja de ser un ejercicio raro y anormal, que muchas veces desafía toda lógica.
Somos monomaníacos. Sólo podemos pensar en una idea o en un tipo de ideas y a partir de ellas interpretamos la realidad. Hemos sido criados con la idea que preguntar es mala educación, que la vía más fácil para formarnos una opinión es el chisme, la imaginación, las medias verdades, las suposiciones, porque interrogar es el camino incierto que nos puede conducir a una opinión distinta, divergente y diferente. Sin embargo hay que entender que detrás de una pregunta siempre está la necesidad de saber. Desde "los por qué" de cuando éramos niños hasta la más profunda búsqueda del conocimiento, el ser humano se ha tenido que interrogar para saber. Al ir encontrando respuestas, se van generando nuevos conocimientos, que a su vez permiten plantearnos nuevas preguntas, porque las preguntas promueven la acción. A veces, todo es más fácil cuando no se hacen las preguntas, pero quién quiere una aburrida, sencilla y triste vida fácil. Por eso, si no hay duda, abstente.
La monomanía es la incapacidad de pensar más de una idea
Sin embargo, algo va de la curiosidad como maña a la duda como método, porque tal vez no basta con indagar sino con hacer las preguntas necesarias ( no precisamente las adecuadas o las políticamente correctas). Una pregunta poderosa es precisa. Se refiere a objetivos, valores, creencias, a los cómo, a procesos y recursos, al cuándo, al tiempo, al cuánto o a la cantidad. Conducen a la acción y están orientadas a buscar opciones, alternativas, soluciones, e impulsan a hacerlo. Son positivas y tienen un propósito definido. Estimulan la conversación e incitan a nuevas ideas y a nuevos pensamientos, lo que se resume en el hecho simple de construir conocimiento. La pregunta siempre será, ¿dónde encontrar las respuestas?
No basta con indagar sino con hacer las preguntas necesarias
Detrás de cada pregunta hay – debe haber- un ser dispuesto a escuchar las respuestas, porque sabe y entiende que a partir de ellas vamos creando una inmensa red laberíntica y diversa, caótica y dispersa que nos empuja hacia delante. Una pregunta siempre será un pábilo de luz en la oscuridad. Inestable, inseguro, vacilante, pero pábilo de luz al fin y al cabo, porque cuando obtengo las respuestas reduzco (no la elimino) la incertidumbre, que es de lo que se trata la vida misma. En fin, preguntar, es pasar de la fe a la confianza…
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