A pesar que el DANE contempla que la tasa de ocupación en Colombia al mes de enero de 2018 fue de 21 millones 591 mil personas, no deja de inquietar que a esa misma fecha, el porcentaje de desempleo fue de 11.8% , lo que significa un número importante de personas sin un empleo fijo, para no hablar de los altas tasas de informalidad que aquejan a los países de la región.
Es por ello Latinoamérica se ha convertido en un foco de emprendimiento y de incubación de pequeñas empresas, que por un lado refleja la necesidad de subsistencia de muchas personas que no encuentran empleo, pero también el deseo y la tenacidad para emprender nuevos proyectos. Solamente en Colombia el año anterior y de acuerdo con un informe de Confecámaras, la creación de empresas en el país aumentó 7,3 por ciento y el año cerró con 323.265 unidades productivas nuevas. De acuerdo con el gremio de las cámaras de comercio, del total de empresas creadas el año pasado, 253.243 corresponden a personas naturales mientras que 70.022 a sociedades. Por regiones, la mayor dinámica empresarial se registró en Bogotá, que responde por 22,5 por ciento de las nuevas empresas; Antioquia con 12,6 por ciento; Valle del Cauca con 8,2 por ciento; Cundinamarca con 6,7 por ciento y Santander con 5,2 por ciento del total. Otro 44,8 por ciento de las empresas fueron creadas en Atlántico, Boyacá, Meta, Tolima, Norte de Santander y Bolívar. Una cifra positiva fue que la cancelación de empresas cayó en un 22. 6 por ciento.
Ser emprendedor no es una tarea fácil y se cometen muchos errores, que generalmente vienen desde su concepción, sus procesos productivos, su mercadeo y sus formas de comunicación. Veamos algunos:
Lanzarse a un emprendimiento por necesidad. Si bien nadie quiere morirse de hambre esperando que lo llamen de un empleo, hay que entender que hacer empresa es una decisión de vida, que requiere empeño, tesón y mucha inteligencia.
No basta saber hacer algo. Hay mucha gente que tiene un conocimiento o una habilidad, pero eso es tan solo el paso inicial para un emprendimiento. Falta saber y entender las necesidades del mercado, la forma en la que le voy a llegar a ese mercado y la sostenibilidad que voy a tener.
No es lo mismo tener un producto que una empresa. No basta saber hacer empanadas para convertirse en empresario. Que si las preparo ricas y a buen precio, que bueno, pero es necesario darle una estructura, así sea pequeña, para lograr hacerlo sostenible.
No es lo mismo un nombre o un logo que una marca. Un emprendimiento es como un hijo. Cuando nos enteramos que viene en camino, jugamos y buscamos un nombre que nos identifique como padres, que juegue con el apellido y que signifique algo. Sin embargo, la formación y la educación para hacerlos personas de bien, es lo que viene después y es un proceso que dura casi toda la vida. Igual ocurre con las empresas. No basta con tener un nombre sonoro. Hay que construir una marca que genere un sentimiento, para que ese sentimiento se transforme posteriormente en ventas.
Lo urgente y lo importante. Muchas veces nos lanzamos a la aventura de emprender sin tener claro lo que somos ni lo que queremos ser. No es lo mismo tener una peluquería que tener un centro de estética. Eso, que parece un ejercicio trivial que se define en medio de un café, es la base estructural que permitirá la claridad para emprender el camino con alguna posibilidad de éxito.
No conocer el mercado. Tan importante es saber quién soy como lo es conocer el grupo objetivo al que le voy a vender u ofrecer mis productos o servicios. Ninguna empresa exitosa lo ha hecho sobre la base de ofrecer un producto para todo el mundo. Eso no existe. Por eso es importante la investigación previa que precede a la segmentación.
Más de lo mismo. La innovación es el factor fundamental del éxito de cualquier negocio. No se trata de inventar el agua tibia, sino tal vez saber cómo se descongelan los cubos de hielo. La innovación tiene que ver más con la capacidad de escuchar y de entender lo que nos dice la sociedad, saber leer los momentos y sobre todo tener claro que nuestros productos deben resolver algún problema para nuestros clientes.
Presos de la moda. Viene de la mano con el anterior. No todos los negocios son para todos. Que hoy exista una verdadera explosión de tiendas como Tostao, Crepes and Wafles o D1,por nombrar algunos casos, no nos garantiza que si hoy salimos a montar un negocio parecido vamos a salir airosos. Una cosa es entender las tendencias del mercado y otra copiar el negocio exitoso del vecino.
Yo tan pequeño y debo pagar impuestos. Pues si. Lamentablemente Colombia es uno de los países con una de las más altas tasas impositivas de la región. A ninguno nos gusta pagar impuestos, pero es el precio que se paga por acceder a la formalización, que además es la única manera de crecer de manera orgánica y sostenida. Ningún negocio, aparte del narcotráfico y el crimen organizado, crece en la informalidad.
Medir el triunfo únicamente por las ventas. Tal vez el mayor enemigo de una empresa es el éxito inicial en las ventas. Son muchos los casos de organizaciones que con base en el trabajo de los dueños, el esfuerzo, el conocimiento y algo de suerte, sin que haya mediado una estructuración corporativa, ni la definición de la misión, la visión o los valores, que han alcanzado buenos niveles de ventas y algo de prestigio. Eso es cierto y muchas veces ante las cifras no queda otro camino que callarse. Sin embargo, ese éxito no garantiza la sostenibilidad ni el crecimiento ordenado y sistemático.
Y a todas estás nos queda la pregunta que encabeza el título de este artículo. ¿Y todo esto que tiene que ver con la comunicación? Todo. La comunicación es el elemento fundamental que nos permite mantener la característica que nos diferencia de los otros seres humanos: ser sociales. Nuestros roles están definidos por los otros: para ser padre se necesita que existan los hijos y viceversa. Para que haya vendedores se requieren clientes pero para ser clientes necesitamos de alguien que lo venda.
El emprendimiento tiene que ver más con la comunicación que con la administración. Lo fundamental es lograr poner en común. En alguna parte hay alguien con una necesidad y en otra hay alguien que se lo puede resolver. Todo en la vida es comunicación y por eso se hace necesario entender el valor de este proceso, que entre otras cosas nos permite ser y parecer. Hay que hacerlo consciente para poder darle valor.
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